Fé

Una sotana,
azotando perdigones de rosarios
sobre las espaldas de los corderos.
La sangre con todos sus sabores,
el alma con todas sus tonalidades
y reverdeciendo a cada subasta
de sumos sacerdotes
que trafican con mis rezos.
A pesar que la fé me traiciona
a cada latido de dedos entrelazados,
sigo orandole a un dios,
quizas muerto,
como todos nuestros santos.
!Han comprado mi salvación !
Y yo vendí un pedazo de mi cielo.
1 Comments:
Traficante de soliloquios.
Un pedazo no es un cielo, un cordero no es un rebaño sangrante, mas tus huellas son irreversibles... impregnadas en la palma de tu mano.
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